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Como informábamos el fin de semana, un Veterano de Guerra por Malvinas de nuestra ciudad encontró, en un página web de venta de objetos, una carta que le envió a su padre en 1982 desde las islas, la cual nunca llegó a destino.
El hombre en cuestión se llama Oscar Bauchi, quien en ese momento era soldado conscripto del Ejército y tenía 18 años. Hace aproximadamente una semana, alguien se contactó con el para comunicarle el hallazgo: "Estaba desayunando, me suena un mensaje de Messenger, lo abro y veo que una persona llamada Agustín Vázquez, quien es un santafesino aficionado de las cosas relacionadas a Malvinas, y me pregunta si yo había estado en el Batallón 181. Le contesto que sí y me dice que había una carta mía siendo subastada en el Reino Unido. En ese momento me tildé, mi mamá me preguntaba que pasó pensando que era algo malo, y le conté la situación".
"Las cartas las escribía sentado afuera. Esta la escribí antes de entrar en guerra. Yo estaba en la punta del Puerto Argentino, donde se ubicaba el cuartel de los Royal Marine, y mi tarea era la manutención de los grupos electrógenos y de los vehículos de radio comunicación", agregó.
La situación con la carta es la segunda oportunidad en la que Oscar se reencontró con un elemento relacionado a su labor en el conflicto bélico: "Nosotros habíamos vuelto de Malvinas, bajamos en Puerto Madryn. Nos alojaron en una pizzería donde nos pidieron un recuerdo nuestro de la guerra, y se les dió cascos, birretes y las mantas que usabamos para el agua. Ya de grande, con los compañeros del batallón quisimos visitar la pizzería pero ya no estaba, se había prendido fuego".
"Previo a la Pandemia, una de mis primas, hablando con una compañera de trabajo, se entera que su tio tenía un birrete de Malvinas. Al revisar la firma del birrete, nos dimos cuenta que era el mío. Así fue como recupere el equipamiento que había dejado en Madryn", concluyó.
Por último, Ceferino, su padre y destinatario de la famosa carta, comentó: "Cuando mi hijo llega a Madryn, el le habla por teléfono a un vecino, Simoncini, para que lo traiga a Punta Alta. La alegría a su llegada fue tremenda: 'llegó, llegó, llegó', nos decía".