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La Sociedad Argentina de Pediatría alertó sobre la oferta de alimentos en los kioscos escolares. Aseguran que siguen vendiendo productos nocivos para la salud de los chicos. Y por lo tanto recomienda no ofrecer más alimentos ni bebidas con sellos negros de advertencia nutricional.
El documento advierte que la escuela es un lugar clave para mejorar los hábitos alimentarios y que el compromiso de la comunidad educativa es fundamental. Por ello, piden que los kioscos dentro de las escuelas reemplacen los alimentos y bebidas con sellos por aquellos que no los tengan, como frutas, licuados o preparaciones caseras’. También insta a las familias a que envíen a los niños a la escuela con productos que no tengan sellos, priorizando alimentos caseros, frutas y agua.
La preocupación es palpable. Y no es para menos. Un estudio realizado el año pasado por la consultora FIC Argentina junto al apoyo de la Federación Argentina de Graduados en Nutrición (FAGRAN) demostró que las escuelas presentan un entorno alimentario poco saludable. De ahí se desprende que el 96,29% de la oferta de productos envasados en los kioscos escolares eran productos ultraprocesados.
Los productos que se ofrecían más frecuentemente en los kioscos eran golosinas (100%), galletitas (91,18%), bebidas envasadas (88,24%), snacks dulces y salados industrializados (85,29%), cereales azucarados y barras de cereales (82,35%). Además, un 88,3% presentaba al menos un nutriente crítico en exceso y/o edulcorantes o cafeína. Y el 41,2% de los kioscos presentaba publicidad de productos procesados y ultraprocesados, en su mayoría de helados, combos promocionales (ejemplo: combo de papas fritas con pancho) y bebidas.
“Nos encontramos con que más del 40% de la población mundial tiene sobrepeso y, en nuestro país, según datos de la 2da Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENNyS 2), el 13,6% de los menores de 5 años presenta sobrepeso y el 41,1% de los niños y jóvenes de entre 5 y 17 años tiene sobrepeso (20,7%) u obesidad (20,4%), con una mayor prevalencia en varones”, afirmó Susana De Grandis, médica pediatra especialista en Nutrición Infantil, integrante del Comité Nacional de Nutrición de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).
Para María Guinot, pediatra especialista en Actividad Física y Deporte, Secretaria del Grupo de Trabajo en Salud Escolar de la SAP, “en el aumento vertiginoso de la obesidad infantil mucho tienen que ver los cambios en los estilos de vida, la industria alimentaria y la publicidad. Vemos chicos que ya a edades tempranas han desarrollado hábitos alimentarios poco saludables, que incluyen alimentos ultraprocesados, comidas de alta densidad energética y con grandes porciones, y bajo consumo de frutas y verduras. Mientras que disminuye la actividad física a causa del advenimiento de las pantallas, entre las que incluimos al celular, los televisores y las computadoras”, añadió.
Además, en el último informe del Panorama de Seguridad Alimentaria y Nutricional elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) la Argentina encabeza el ranking regional de obesidad. Según este informe el 10% de los niños menores a cinco años padecen ese problema.
Hace años se quiere mejorar la alimentación en las escuelas. En lo que va del siglo, se aprobaron varias leyes con ese objetivo. En 2008 se sancionó la ley nacional 26.396 que promueve un ambiente escolar saludable mediante el desarrollo de estándares alimentarios en sus comedores. En 2014 la Cámara de Diputados bonaerense aprobó un proyecto para establecer la “comercialización de alimentos saludables en todos los quioscos y bufetes de establecimientos escolares”. En 2016 se creó –mediante el decreto 732/16 del Ministerio de Salud de la Nación- el Programa Nacional de Alimentación Saludable y Prevención de la Obesidad. Y en el 2010 se creó la ley 3704 de “Alimentación saludable” sancionada por la legislatura porteña.
Kioscos tercerizados y oferta mixta
Martín Zurita, secretario ejecutivo de Aiepba (que aglutina 2.400 escuelas públicas y privadas) aseguró: "Nosotros somos conscientes del rol importante de las escuelas al momento de formar los hábitos saludables de vida entre ellos la alimentación. Pero hay cuestiones como la obesidad o el estilo de vida sedentario que atraviesan todas las edades y es un problema más profundo excede a los kioscos escolares".
Zurita añadió que "el abordaje de este tema tiene que ser más integral porque de nada sirve que un kiosco escolar tenga una política saludable si el niño o el estudiante llega al colegio sin desayunar, mal dormido o con un cena anterior en su casa con pobres nutrientes".
"Y no hay que olvidar que según un informe de la UCA el 30% de alumnos que asisten a escuelas privadas están dentro de la línea de pobreza. Entonces, esta cuestión hay que ponerla en la balanza para lograr un plan integral", remarcó Zurita.
Desde el sector de la educación privada cuentan que los comedores y kioscos escolares están tercerizados en la gran mayoría de los casos. Y que se está trabajando hace tiempo en que ofrezcan productos más saludables. Aseguran que en el último tiempo han agregado frutas, barra de cereales y yogures a la oferta. "Cuando salió la ley de etiquetado frontal empezamos a trabajar para que se pueda aplicar cada vez con mayor presencia. Pero eso lleva tiempo", concluyó Zurita.
Pobreza y mala alimentación
La Sociedad Argentina de Pediatría pone el acento también en el impacto de los niveles de pobreza extrema de los últimos años y sus consecuencias, entre las cuales una de las principales sin dudas es la escasez de alimentos y la malnutrición. A ese respecto, destacan la importancia de la cantidad y calidad de los alimentos que deben llegar a los comedores escolares. Según la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), el término ‘malnutrición’ hace referencia a las carencias, los excesos y también los desequilibrios entre lo que comemos y lo que nuestro organismo necesita para estar saludable.
La malnutrición atraviesa a todos los sectores socioeconómicos de la población, ya que se relaciona con una alimentación de baja calidad nutricional caracterizada por el consumo excesivo de grasas, carbohidratos y bajo consumo en proteínas, vitaminas, minerales y fibra; situación que finalmente conduce a padecer enfermedades asociadas a la malnutrición por déficit y por exceso.