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Deberá continuar detenido un expolicía condenado a reclusión perpetua por asesinar a su madre hace 21 años en una vivienda de nuestra ciudad.
La resolución fue adoptada por la Sala II de la Cámara Penal, que rechazó un pedido de salidas transitorias realizado por la defensora oficial de Ramón Roberto Romero.
Los jueces Guillermo Petersen, Alfredo Mones Ruiz y Guillermo Emir Rodríguez, no hicieron lugar al planteo de la abogada María Pía Uslenghi y ratificaron la decisión que previamente había adoptado el juez de Ejecución Penal Nº 1, Claudio Brun, negando el beneficio.
“Analizadas las constancias que componen el presente incidente, los fundamentos de la resolución y los agravios esbozados, este cuerpo entiende que el recurso no puede prosperar y debe ser confirmada la decisión”, señalaron los magistrados.
En este sentido, describieron que la ley impide el otorgamiento de este tipo de beneficios a los sentenciados por el delito de homicidio agravado.
También manifestaron que Romero se encuentra detenido en un sistema semiabierto de modalidad limitada, por lo que “no ha alcanzado el régimen penitenciario necesario (semiabierto de modalidad amplia) para poder acceder a las salidas transitorias”.
Por otra parte, los camaristas consignaron además que el Departamento Técnico Criminológico dictaminó la inconveniencia de que el preso acceda a las salidas, “teniendo en consideración las reservas de tenor cautelar señaladas”.
Por todo ello, los jueces rechazaron la presentación de la defensa y confirmaron el fallo del juez de Ejecución Penal.
En anteriores ocasiones la Justicia ya había negado pedidos similares al detenido.
La sentencia
El 29 de octubre de 2003, el Tribunal en lo Criminal Nº 3 de nuestra ciudad halló culpable a Romero por el asesinato de Graciela González, sucedido en la vecina ciudad.
Según ese fallo, la mujer había sido agredida por su hijo, el 30 de enero de 2002, entre la madrugada y la mediatarde, en una vivienda ubicada en el sector de calle Roca al 600.
En la resolución los magistrados indicaron que González había resultado con traumatismos y hematomas en distintas partes del cuerpo a raíz de una brutal paliza y que, trasladada al Hospital Naval Puerto Belgrano, dejó de existir pese a los cuidados que se le brindaron.
Entre las pruebas citadas para demostrar la autoría del acusado, mencionaron manchas de sangre del mismo factor que la de la víctima que se hallaron en las ropas del sujeto. También se encontraron cabellos de la mujer en su cinturón.
Citaron declaraciones testimoniales de vecinos de la mujer y del homicida, quienes dijeron haber escuchado cuando González pedía auxilio y le suplicaba a su hijo que dejara de golpearla, mientras éste respondía con insultos.
El cuñado del acusado declaró que al llegar a la casa de su suegra, observó varias manchas de sangre y se topó con Romero, quien le dijo que no había pasado nada y que "tuve que callarla".