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El próximo jueves, Sergio Massa tendrá que recibir quizás, el peor dato del año a poco de haber asumido como ministro de Economía. El INDEC dará a conocer el dato que más preocupa al gobierno y los pronósticos de las consultoras no son nada alentadores: algunas proyecciones estiman una inflación del 8%, que se trataría del número más alto para sus relevamientos desde abril de 2002.
Las estimaciones, de todas formas, oscilan entre el 6,8% y el 8%. En cualquier caso, se espera sea el dato más alto del año, superando el 6,7% de marzo y acelerándose considerablemente desde el 5,3% de junio.
Las restricciones a las importaciones, sumado a la inestabilidad de los dólares alternativos y el componente estacional generado por las vacaciones de invierno, son algunos de los factores que esgrimen los analistas para explicar este salto en los precios.
Luego de la renuncia de Martín Guzmán, la volatilidad cambiaria y las restricciones a las importaciones resultaron el escenario ideal para la remarcación de precios que ya venía con una inercia elevada.
Para LCG, según el Relevamiento de Precios de los Alimentos, la inflación escaló al 7,4% promedio en julio, con semanas en las cuales algunos alimentos reflejaron aumentos del 30%. A esto se le sumaron aumentos pactados en servicios regulados como trenes (10%), colegios privados (8%) y prepagas (4%) que conjuntamente aportaron 1,1 punto de inflación.
Desde la Fundación Libertad y Progreso pronosticaron una suba del IPC del 8%, “registrando la mayor suba mensual desde abril de 2002”. Los rubros que más aportaron a la suba del mes fueron “Alimentos y Bebidas no alcohólicas” (12,7%), “Mantenimiento del hogar” (21,2%) y “Educación” (21,5%).