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INTERÉS GENERAL | NOTICIA FECHA: 02/07/2025

Los orígenes de Punta Alta: el ferrocarril y actividad rural, previo al puerto militar

Los orígenes de Punta Alta: el ferrocarril y actividad rural, previo al puerto militar

Las reseñas del Archivo Histórico, dan cuenta que en Punta Alta, contra lo que se cree, no todo empezó con la construcción de Puerto Militar. Aunque la fecha fundacional es en homenaje a la colocación del primer pilote de la Base Naval, ya existían asentamientos rurales y emprendimientos comerciales.

Punta Alta es un nombre de vieja data: así se conocía al paraje desde principios del siglo XIX, a raíz de un accidente geográfico evidente desde la costa: una lengua de tierra (“punta”) que era “alta” por la presencia de un gran médano sobre una barranca de piedra.

En este sector de la costa se desarrollaron una serie de actividades económicas propias de un medio rural a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX. Tenía lugar la cría de vacunos y ovinos en “suerte de estancias” otorgadas por el gobierno nacional; recolección de leña de piquillín, e inclusive, un ensayo de criadero de ostras y una enlatadora de pescado en Arroyo Pareja hacia 1890.

Las personas que trabajaban en el campo se surtían en negocios establecidos, como la pulpería de Leyba (ubicada en lo que hoy es el casco histórico de la ciudad) o la panadería de Zanotti (que también suministraba panificados a los barcos civiles o militares que, desde o hacia Bahía Blanca, recalaban en Arroyo Pareja para carenado o aprovisionamiento).

Esto contradice la visión tradicional de una costa desierta previamente a la construcción de la actual Base Naval: no había núcleos urbanos, pero de ninguna manera se trataba de un “desierto”, ni en lo demográfico ni en lo económico.

El norte de la Patagonia y la llanura pampeana estuvieron habitados desde hace 11000 años por diferentes grupos de cazadores recolectores descendientes de los pueblos que atravesaron Bering tres o cuatro milenios antes.

Los españoles que llegaron a la región, entre los siglos XVI y XVII, encontraron diseminadas varias parcialidades diferentes de indígenas, que componían un vasto mosaico cultural. En la zona próxima a la bahía Blanca, en el siglo XIX habitó la parcialidad de los Ancalao, considerados “indios amigos” de la Fortaleza Protectora Argentina.

Es decir, habían aceptado establecerse en forma permanente dentro de la línea de frontera, auxiliando militarmente a las guarniciones blancas. Para algunas parcialidades, el establecer una relación pacífica con los blancos era una forma de asegurarse contra los ataques otros grupos belicosos como los mapuches y garantizar intercambios comerciales de bienes.

De esta manera los “indios amigos” contribuyeron tanto en la defensa del fuerte, como en las acciones punitivas. Su lonco o cacique fue el célebre Francisco Ancalao. Hacia 1860, los Ancalao, ya bajo el cacicazgo del hijo de Francisco, Rafael, tomaron posesión de 5000 hectáreas de tierras fiscales otorgadas por la provincia de Buenos Aires en recompensa por los servicios prestados, en lo que es hoy Ciudad Atlántida y Arroyo Pareja.

Se sabe que Ancalao llegó a ser un rico productor, con peones a su servicio y varios miles de cabezas de ganado. Otra parcialidad, la de los Linares, originarios de Carmen de Patagones, se asentaron en las tierras que luego ocuparon las Baterías de Costa. Vivían de los productos que les proporcionaban sus majadas de ovejas, que luego vendían o canjeaban en Bahía Blanca y a los “mercachifles” que se acercaban. Allí permanecieron hasta que comenzaron las obras del Puerto Militar, cuando fueron desalojados sin reparos.

Este panorama llegó a su fin cuando el gobierno dispuso, a fines de 1896, la creación de un Puerto Militar. El sitio elegido era el que, unos años antes, había establecido el capitán Félix Dufourq en base a profundos estudios hidrográficos y estratégicos. El ingeniero que realizó el proyecto y dirigió el gigantesco conjunto de obras fue Luigi Luiggi, italiano que había tenido una activa participación en construcciones similares de Europa.

A raíz de los trabajos, que se iniciaron a principios de 1897 se radicaron en la zona un gran número de obreros que se afincaron en proximidades a Arroyo Pareja (a unos tres kilómetros del centro del actual casco urbano) y al muelle allí construido para el abastecimiento de los obrajes. Recién con la llegada del Ferrocarril Sud en septiembre de 1898 como parte de la línea que nacía en Grünbein, y terminaba (con el nombre de Ferrocarril Estratégico) en las Baterías de defensa costera, el grueso de los obreros se trasladó al actual emplazamiento de la ciudad.

La estación de trenes actuó como una especie de imán que atrajo a todos los obreros a edificar sus viviendas en las cercanías. Y como tantas otras localidades argentinas que tuvieron más o menos el mismo origen, el pueblo que, espontáneamente surgió a la vera de las vías, tomó el nombre de la estación ferroviaria, que a su vez lo tomó del paraje donde estaba edificada: Punta Alta.

Las primeras casillas que se construyeron próximas a las vías y a la estación dieron origen a un centro urbano que creció velozmente: de los 790 habitantes contabilizados en 1901 se pasó a 7500 en 1906 y a casi diez mil en 1914.

Evidentemente no fueron todos obreros ni marinos estos habitantes que se precipitaron sobre Punta Alta. Muchos eran extranjeros que se establecieron en la zona pues su futuro se antojaba promisorio. Las inversiones privadas eran de tal importancia que equiparaban al capital estatal colocado en la Base Naval: la compañía británica Ferrocarril Sud unía a Punta Alta con su vasta red desde fines de 1898; el Ferrocarril Rosario Puerto Belgrano, de capital francés, la unía con el puerto santafesino desde 1910 y, a partir de 1922, extendió un ramal hacia Bahía Blanca.

Finalmente, estaba el Puerto Comercial sito en Arroyo Pareja, también de capitales galos que, si bien lejos de cumplir el proyecto original de constituirse en el puerto cerealero más grande de América del Sur, contaba en la década de 1920 con una gran actividad.

Como puede apreciarse, el origen de la ciudad obedeció a múltiples factores conjugados: la decisión política de establecer una Base Naval, pero también los ferrocarriles y el puerto comercial, que otorgaban a la flamante población un crecimiento y dinamismo envidiables.

 

El 2 de Julio: Punta Alta y el Puerto Militar

La fecha fundacional de Punta Alta (celebrada el 2 de julio, día de 1898 en que se clavó el primer pilote en el cofferdam del Puerto Militar) es una determinación arbitraria ocurrida en 1928.

A instancias de la Sociedad de Fomento local y como reflejo al festejo del Centenario bahiense, una asamblea popular se abocó a establecer una fecha en la que celebrar la fundación del poblado, cuyo nacimiento espontáneo lo privó de un acta o de una intención de fundación. Y quien impuso su visión de la historia, fue José Pedro Varela, concejal conservador y martillero público, supo labrarse fortuna y posición social.

Su llegada a Punta Alta en 1897 para tender la línea telegráfica desde Buenos Aires con motivo de la construcción de la Base Naval lo convirtió en testigo del nacimiento de la trama urbana.

Convocado cada vez que era necesario echar una mirada al pasado local, desde tiempo atrás los diferentes artículos de su autoría trazaban la línea directriz de lo que posteriormente se convertiría en el relato oficial de los orígenes puntaltenses: el desierto primigenio; luego, la naturaleza se doma, la Base Naval y su gesta civilizadora hacen su aparición y su fruto es Punta Alta.

FUENTE: Archivo Histórico
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