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INTERÉS GENERAL | NOTICIA FECHA: 13/02/2018
Crónica de la desidia y el abandono

Así está por dentro el predio de la ex Caipal

Así está por dentro el predio de la ex Caipal

Buen día...buen...día...aprovecho para sacar unas fotos. Un gesto amable devuelve la petición, que al fin y al cabo es tan solo un justificativo para no impedir el paso a una tierra que sin dueño está condenada al olvido.

Y en un solo segundo dudo, si al abrir la puerta voy a poder contenerme frente a lo inevitable. Ya sé. Será la misma postal que una y otra vez nos interpela a un ciclo que no parece tener jamás un final feliz.

El portón de calle Bernardo de Irigoyen pronto da paso al playón que en otros tiempos recibía a los proveedores de CAIPAL. A penas una mediana tolva sigue en pie al igual que un edificio secundario, un pequeño quincho con asador, que destaca en su presente una improvisada cama, refugio de linyeras improvisados guardianes del desdén.

Un poco más allá la sala de máquinas es un fantasma coloso de lo que fuera en su momento la única industria con valor agreado de la ciudad. Pasteurizadoras enormes sin comandos ni tableros, testigos mudos de la impotencia de un sistema productivo del que nadie se hace cargo.

Alli se originó el fuego del martes en la madrugada. Un máquina con rollos de sachets, los mismo con los que en los años 70 se hacían cortinas y bolsas, adelantándose a la ola ecologista, solo por la necesidad de aprovecharlas entonces.

Bidones, algunos libros de registro, mugre, trapos, más mugre... En un momento pienso si es necesario dar a conocer esta realidad. Y dudo.

Claro para miles en la ciudad CAIPAL es uno de esos sueños ...que no quita el sueño. Para otros un sueño tormentoso que no tiene proyección.

Sigo hacia el edificio principal, el de las bateas donde en algún tiempo se hacían los quesos. Qúe ricas pizzas se preparaban con ese queso que sabía a identidad con solo buscar en la góndola el dibujito de la vaca!

Y el yogurt, el dulce de leche, y la ceremonia de las 5 de la tarde en la mesa de casa con la leche rica y siempre calentita.

Ya sé no es un sueño. Es la realidad. CAIPAL es todos y al mismo tiempo es de nadie. Hace años que fenece como el Quirós, Crisafulli, FAPA o el Sanatorio. Da pena. Da rabia.

Por eso estas líneas no critica a los que hicieron y no pudieron, a los que no hicieron y quizá no quisieron. Ni tan siquiera a los que viendo esta realidad quieran hacerse cargo.

Como en tantas otras circunstancias de la vida (de la mía, de la que me hago cargo) está bueno tener un golpe de realidad. CAIPAL es mucho más que ese edificio. Es parte de mi historia y seguramente también de la tuya.

 

Mirá como es el interior de CAIPAL hoy (Click aquí)

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