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INTERÉS GENERAL | NOTICIA FECHA: 03/05/2023

La lucha por el pasaje estudiantil a Bahía en los años 70

Pocas cosas tan vigentes como la preocupación del estudiante rosaleño por el precio del boleto que le permite asistir a las casas de estudio de la vecina ciudad. Cambian los nombres, el contexto, pero la lucha sigue siendo la misma: la falta de beneficios y el precio que sigue subiendo perjudicando no sólo a los jóvenes que estudian, sino también a los trabajadores y usuarios frecuentes.

Ésta problemática llevó a que, en la década de 1970, un grupo de jóvenes estudiantes -universitarios, terciarios y alumnas del magisterio- buscara una solución alternativa con el ideal cooperativista como estandarte.

El ambiente de la época, pese a la dictadura militar de Alejandro Lanusse, era de una gran participación juvenil en actividades políticas, sociales y culturales, muchas veces encarnadas en luchas concretas que llevaron a distintas iniciativas en la esfera pública.

A principios de la década de 1970, la compañía de ómnibus La Acción, que desde 1932 monopolizaba el transporte público de Punta Alta a Bahía Blanca y viceversa, decidió suspender el descuento del 20% que beneficiaba a los estudiantes. Tal medida, y la posterior respuesta negativa al reclamo de mantener el beneficio económico, generaron un gran descontento entre los jóvenes usuarios. Tampoco se llegó a un acuerdo con las autoridades ferroviarias que no prestaron solución al pedido de adicionar horarios al servicio de trenes. Ese es el panorama que lleva a alumnos de la Universidad del Sur, el Instituto Juan XXIII y la Universidad Tecnológica nacional a nuclearse para buscar una solución alternativa ante la ausencia de respuestas a sus necesidades.

La inspiración.

El fenómeno del cooperativismo argentino, enraizado en las ideas que trajo la inmigración europea de mediados del siglo XIX –junto con su gran impacto socioeconómico-, echó raíces y se extendió por el país con un marcado perfil solidario y proletario. Las primeras cooperativas del sudoeste bonaerense –también impulsadas por inmigrantes- fueron cooperativas de consumo y para ejemplos tenemos las de Pigüé, El Progreso y de Ingeniero White, la Sociedad Cooperativa de Consumidores. En Punta Alta, el movimiento se cristalizó el 14 de abril de 1913 a través de la acción de vecinos entre los que se contaba gran cantidad de obreros metalúrgicos de la Base Naval, formando la Cooperativa Obrera Económica de Consumos Punta Alta Ltda. En éste caso, la entidad solidaria buscaba abaratar costos en productos de primera necesidad.

Ya con el movimiento consolidado a través de los años, el ideal cooperativo siempre se impuso como la solución para llevar adelante cualquier objetivo solidario y de ayuda mutua.
“Era la fuerza de la juventud. El impulso de lograr cosas” (Enriqueta Stamponi)

En el caso que nos ocupa, un actor importante para el inicio de la agrupación lo constituyó José Manuel Quirós, gerente de la Caja de Crédito Punta Alta quien conjuntamente con Francisco Botelli, presidente del consejo de administración de la misma institución, sugirieron y brindaron apoyaron a los jóvenes Ricardo Amaya y Jorge Vallati para conformar una cooperativa. Ricardo Amaya conocía a Quirós por vecindad y luego se estrechó este vínculo a través de su trabajo en la compañía Seguros Rivadavia y de éste modo con la Caja de Crédito.
Otros destacados cooperativistas también se sumaron en apoyo de la flamante entidad, como el señor Antonio Granados de la Cooperativa Eléctrica Punta Alta y Víctor Cattáneo de C.A.I.P.A.L.

Con eso en mente, se comenzaron a reunir para buscar la manera de gestionar un transporte económico y además llevar adelante otras actividades para el beneficio de los estudiantes asociados. Así nace Impulso el 4 de junio de 1972 y siendo el Presidente del Consejo de Administración Jorge Vallati y vicepresidente Ricardo Amaya. De la secretaría se ocupaba Aída Masserini y podemos nombrar otros integrantes como Miguel Borzi y Héctor De La Iglesia. Dentro del Consejo también estaba Rubén Fattori, quien recuerda los primeros desafíos: “Éramos muy pocos en un principio, al punto que conformar el primer consejo de administración que requerían diez personas, fue difícil completarlo. Yo participé en la asamblea inicial y formé parte del primer consejo de administración”.

Zulma Izarra, que en aquellos años cursaba la carrera de Licenciatura en Trabajo Social, resume el espíritu que impulsaba la lucha de los jóvenes: “Coincidíamos siempre en los colectivos. Y te imaginás, eran todos los de la universidad tecnológica, nosotros, los del Juan XXIII. Un colectivo se llenaba en seguida, veníamos todos amontonados. Nunca ponían dos aunque nosotros les decíamos que en esos horarios pusieran más colectivos, porque eran justo el malón de gente que viajaba para cursas esas carreras. Como no lo hicieron, en esa época éramos jóvenes, rebeldes y con mucho ímpetu, se nos ocurrió armar una cooperativa entre los que manejábamos esos horarios.”

Las primeras reuniones de la flamante cooperativa estudiantil se dieron en el edificio de la Caja de Crédito, ubicado en Rivadavia esquina 25 de Mayo (donde actualmente funciona Musimundo). En esas reuniones abiertas a todos los estudiantes, se tiraron sobre la mesa muchas inquietudes, la lucha por obtener la personería jurídica, además la problemática del traslado a la ciudad vecina:

Su vinculación con la Cooperativa Eléctrica, les permitió obtener de aquella entidad el préstamo de uno de sus locales de Mitre 461, donde funcionaban los almacenes de la Cooperativa de Consumos.Para llevar a cabo sus objetivos, comenzaron con una campaña de socios a fin de percibir ingresos. Enriqueta Stamponi recuerda esa tarea: “Salíamos de a dos. […] a mí me tocaba salir con Pepe Spadacioli. Tocábamos timbre casa-por-casa. Y les decíamos que éramos estudiantes, que íbamos a Bahía, que la finalidad era el colectivo. Pero mientras tanto, o por lo menos conseguir… lo primero era conseguir el boleto gratis, después como no se conseguía, pasó otra cosa. Le explicábamos a la gente y alguno nos decía que estábamos locos realmente y otros se asociaban. Pero ya éramos Impulso, ya nos hacían notas.”.

El dinero que iban recaudando les permitió comprar productos de librería e insumos para vender a precios asequibles a los estudiantes, en el local de calle Mitre. Sumado a esto y a través de gestiones con editoriales de Capital Federal, pudieron traer libros de texto, también a precios económicos, de editoriales como el Fondo Editorial Eudeba, Centro Editor de América Latina y Fondo de Cultura Económica. Organizaron con gran éxito una pequeña feria del libro, con buena asistencia no solo local, sino de la vecina ciudad, atraída por la oferta y variedad de publicaciones.

“Impulso Soc. Coop. Ltda., continuando con la labor cultural que ha marcado su obra de este año que finaliza, por medio del Centro Editor de América Latina, presenta una feria del libro. Para los entusiastas del arte literario y quienes han seguido de cerca el esfuerzo que viene realizando Impulso, informamos que la misma tiene lugar durante el transcurso del corriente mes y también continuará todo el mes de enero del próximo año. Esta feria del libro se lleva a cabo en su local ubicado en Mitre 457, en el horario de comercio habitual.”

Para 1973, contaban con 450 socios o accionistas aproximadamente y expresaban en sus renovados objetivos:
-Propulsar la formación de un Centro de Asesoramiento Educativo, y de previsión, de elementos de estudio.
-Gestionar la instalación de bibliotecas.
-Implementar la confección de un Registro de Dadores de Sangre.
-Promover la creación de un servicio de transporte de sus asociados entre Punta Alta y Bahía Blanca.
En lo referido al punto de asesoramiento educativo, ya venían ofreciendo -la novedad en ese entonces- test vocacionales, a cargo de Enriqueta Stamponi: “Yo di cursos de orientación vocacional, también. Aportando el dinero para Impulso. Era la novedad. Cuando yo me recibí nos habían preparado para hacer orientación vocacional. Y dije “Bueno, yo estoy lista para esto”. Y lo hicimos acá enfrente en el banco (Vallemar). Una cantidad de chicos, porque era todo una novedad.” El curso “Está destinado a estudiantes secundarios que están próximos a completar esa enseñanza siendo sus objetivos orientar respecto a las carreras más adecuadas según las condiciones intelectuales, físicas, morales y sociales de cada uno y dar una información amplia sobre las universidades argentinas, en lo que hace a carreras y materias de cada una de ellas.”

Dentro de la cooperativa existía la subcomisión de cultura, que llevó adelante la conformación de una biblioteca para estudiantes, obteniendo los libros (principalmente textos primarios, secundarios y universitarios) a través del aporte y donación de la comunidad. La gente se podía comunicar con Impulso y los mismos integrantes de la subcomisión, podían pasar a retirarlos a los domicilios. “La valiosa contribución que la formación de esta biblioteca puede suponer para brindar textos a alumnos que los necesitan fundamentalmente para sus estudios y no pueden adquirirlos, hace que la iniciativa tenga un valor extraordinario, por lo que es de desear que tenga reciprocidad en la población, haciendo las donaciones correspondientes.”

Transcurría 1972 y era el momento de cristalizar el punto más importante y la razón de ser de Impulso: el traslado de estudiantes a las casas de estudio de Bahía Blanca, ante la negativa de la empresa La Acción a mantener el descuento del 20%. Para dicha tarea -y contando con el asesoramiento de los señores Nadal y Nicoliche de la Empresa Transporte Ciudad de Punta Alta y del señor Farroni la empresa Micro Ómnibus Belgrano-, se procedió a la contratación de dos ómnibus a particulares; uno sería de Andreu, de Punta Alta y el otro, de Mastrandrea de Bahía Blanca. Solamente los socios podían viajar y obtenían un talonario de boletos en el local de calle Mitre, desde donde también se iniciaba el recorrido.

Para junio de 1973, se publicaba en la revista Reporte la vigencia de nuevos horarios:
“A partir del día 12 del mes pasado, Impulso S.C.L., ha puesto en vigencia sus nuevos horarios en el Servicio de Transporte que dicha entidad mantiene para sus asociados entre nuestra ciudad y Bahía Blanca.
Los servicios que llegan hasta la Universidad del Sur y parten de la misma se cubren en la siguiente forma:
Salidas de Punta Alta: 7; 9; 13; 16; 16.30; 18 y 20 horas.
Regreso: 10; 12; 15; 17.10; 19.05; 21.15; 22.15; 23.15 y 24 horas.

“Todos eran Mercedes Benz, lo que pasa es que eran viejos. Calefacción no tenían los colectivos. Los días de invierno, poníamos un calentador. ”La anécdota la cuenta Ricardo Amaya, vicepresidente de Impulso, mostrando la tenacidad con la que contaban al momento de mejorar las condiciones de los pasajeros y asociados. Un poco más horrorizada, Zulma Izarra también recuerda: “El colectivo era un colectivo horrible, viejo. Me acuerdo que en invierno una vez nos puso… ahora me río, pero en ese momento, una garrafa en el medio del colectivo. Te imaginás lo que podía pasar con esa garrafa en el medio del colectivo…”

La actividad estaba lejos de pasar desapercibida y a razón de esto se realizaron denuncias en el Ministerio de Obras Públicas y en la Dirección Provincial de Transporte de Pasajeros, marcando la supuesta ilegalidad de los viajes organizados por la cooperativa. A esto, sumarle la interrupción en la ruta boicoteando los viajes, presuntamente por parte de personas de la Dirección de Transportes. Como reacción, una gran cantidad de integrantes de Impulso se presentaron en la sede bahiense de ese organismo para increparlos por tal atropello.

La empresa La Acción acusó el golpe y seguramente perjudicados por la aparición de la inesperada competencia (y podemos imaginar que a regañadientes) deciden bajar la tarifa a la mitad, como lo señala una editorial en apoyo a Impulso publicado en la revista Reporte: “Todo esto, conseguido mediante trabajo y sacrificio, pretende destruirlo la competencia, reflejada en una empresa de enorme capital, con innumerables recursos que ahora sí, contrariamente a todos los argumentos que expuso anteriormente cuando se le pedían mayores beneficios, para negarse, otorga un abaratamiento del 50 por ciento en los abonos de los estudiantes.[…] Por supuesto que así no engañan a nadie. Existe en el pleno convencimiento de todos la maniobra que busca de eliminar a los medios de Impulso.

Y si éste último llegara a desaparecer, preguntamos, seguirán ellos otorgando ese 50 por ciento a nuestros estudiantes o todo volverá a ser como antes? Incluso no quedará eliminada toda rebaja para los estudiantes, como en determinada oportunidad ocurrió?

La disgregación.

La Cooperativa Impulso dejó de estar en actividad luego de haber cumplido con sus objetivos de manera satisfactoria. En la faz cultural con la organización de eventos académicos, educativos, culturales y sociales. Se puede dar cuenta de las charlas que bajo su auspicio tuvieron lugar en el auditorio de la Caja de Crédito, de algunas obras de teatro y de otras actividades como las guitarreadas juveniles que perseguían la finalidad de recaudar dinero, así como también de generar un intercambio y comunión entre los jóvenes estudiantes de la ciudad.

Impulso siempre fue un ámbito que se prestaba para el sano intercambio de ideas y visiones. Ricardo Amaya relata de ésta manera lo que se vivía: “En las reuniones a veces se armaban discusiones intensas. Porque a veces había distintas formas de ver. Fijate que yo te estoy nombrando: Vallati socialista, te estoy nombrando a Borzi radical, De La Iglesia justicialista. Un mismo tema tiene distinta visión. Y allí se armaba una discusión acalorada y después se calmaban. Y después nos encontramos al otro día como si nada hubiera pasado.”

Además de por las otras cooperativas, también eran apoyados por figuras de partidos políticos tradicionales, como Osvaldo Ferretti del justicialismo que se sumaba muchas veces a éstos debates. El radicalismo expresó su apoyo en el Concejo Deliberante local, en lo referente a la obtención de la personería jurídica de la agrupación: “Manteniendo como de fundamental importancia el hecho de apoyar al cooperativismo en todas y cada una de sus expresiones, la Representación Radical solicitó el apoyo del Honorable Concejo para que se le otorgue la personería jurídica a “Impulso” S.C.L. así como se presentó una Comunicación para que los ómnibus que efectúan el recorrido entre Bahía Blanca y nuestra ciudad tengan parada frente al local de la mencionada cooperativa”

Entre las causas que provocaron la paulatina desaparición de Impulso podemos mencionar la ya expuesta medida de La Acción al bajar los costos del boleto al 50 %, lo que ya hizo poco viable el mantener el servicio privado. Un entredicho entre el dueño de uno de los ómnibus contratados y la cooperativa se reflejó en un medio local, La Nueva Época:
“Se presentó en nuestra redacción el señor Enrique Andreu, […] el que manifestó sentirse molesto por consideraciones que “Impulso S. C. efectúa en la página 3 de su boletín informativo N° 2, bajo el título “Servicio de Transporte”, algunos de sus conceptos estima como erróneos. Manifiesta el señor Andreu que fue el quien con el ómnibus de su propiedad inauguró el servicio de transporte de pasajeros a Bahía Blanca que auspiciara oportunamente “Impulso” y lo explotó al precio de $ 187 m/n el boleto, de cuyo importe se le descontaba además el 5 % para la cooperativa. Que en muchas jornadas a Bahía Blanca hacía el viaje con dos pasajeros solamente y a veces de vacío y sin ninguno, con el consiguiente perjuicio para el dicente o sea Andreu.”

A este malestar se sumó la gota que rebalsó el vaso: el allanamiento del local de Mitre 461 llevado a cabo por la Marina, donde se secuestraron elementos como la fotocopiadora, libros de actas, elementos de librería, libros de texto que muchos de ellos pertenecían a editoriales prohibidas por el gobierno de facto, además del encarcelamiento de uno de los integrantes de la cooperativa. Rápidamente Jorge Vallati y Ricardo Amaya se apersonaron en la Base Naval, para exponerles qué clase de trabajo llevaban adelante y despejar cualquier sospecha infundada. Ricardo remarca la importancia del hecho:

“En el ´76 se terminó de una. Se llevaron todo, la fotocopiadora, todo. La eclosión de todo eso fue cuando allanaron. Porque si no (se) hubiera seguido.”

Los bienes de la cooperativa que fueron requisados en aquel entonces, jamás fueron recuperados. Enriqueta remarca la pérdida material y el temor de aquel momento: “Cada reunión se hacía acta, con una prolijidad. Pero se la llevaron. Nosotros lo pasamos feo ese día. Y los que siguieron. Muy feos. Yo salí, estaba cortada la calle ya me dijeron que estaban en Impulso.” A éstas dos situaciones enunciadas, se podían agregar la emigración de varios estudiantes a la Capital y otras ciudades, como causas probables de la pérdida de fuerza de la entidad. Esto supuso la disgregación de un movimiento cooperativo de jóvenes muy destacable, en donde siempre estuvo presente el interés por mejorar las condiciones del estudiante, a la par de ofrecer eventos culturales y disertaciones académicas, en un ámbito de amplio debate y respeto independientemente de cualquier postura e ideología. Si bien el intento de organización no prosperó, lo cierto es que Impulso marcó una tentativa de buscar una solución solidaria a un problema específico que padecía gran parte de la población y que aún no tiene la respuesta deseada por los usuarios.

 

 

 

 

FUENTE: Prof. Guillermo Bertinat.- Archivo Histórico
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