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RELIGIÓN | NOTICIA FECHA: 30/12/2018
Con más de 34 años de servicio sacerdotal

Una multitud despidió los restos del padre Miguel Mellado

El arzobispo de la Arquidiócesis de Bahía Blanca, monseñor Carlos Azpiroz Costa junto a su antecesor monseñor Guillermo Garlatti, sacerdotes y diáconos de la ciudad y la región presidieron la misa de despedida de los restos del presbítero Miguel Ángel Mellado, fallecido a los 61 años de edad en la madrugada de este domingo.

En una homilía cargada de emoción y en permanente apelación a descubrir el misterio y celebración de la vida eterna en el tránsito doloroso de la muerte, monseñor Azpiroz recordó que todos los hombres están predestinados por Dios a servir a sus hermanos abrazando el compromiso del Evangelio.

“San Agustín que sabía mucho de búsquedas del corazón dice aquello que el Concilio Vaticano II ejemplifica como la síntesis de la búsqueda de todos los hombres: “Nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que no descanse en ti”.

“Porque el que no sabe de dónde viene no sabe a dónde va. Y esta reflexión es oportuna hoy que estamos celebrando el misterio de la pascua de nuestro hermano Miguel Angel (Mellado). La Providencia ha hecho que este tránsito se haya dado en domingo, día del Señor y en la festividad de la Sagrada Familia y aquí reunidos junto a él hoy están sus familiares, amigos, y las familias diocesanas y castrense a las que sirvió a lo largo de más de 34 años”, señaló.

La homilía concluyó con la recitación por parte de Azpiroz del soneto “Tanto a mi amor” de Camilo José Cela, con el que cerró una emotiva recordación sobre el servicio sacerdotal, la sabiduría y la gracia.

Tanto a mi amor

Tanto a mi amor la muerte favorece
Que así es mayor y siente más la vida.
Ábranse bien los bordes de la herida
Y que mi corazón siga en sus trece.

Cuanto más golpeado más se crece
y luego se enmascara y se intimida;
a veces es de miel y se convida
y a ratos es de piedra y lo parece.

Duro he sido conmigo, duro, duro
Al no querer morir por ser amante
Eternamente condenado al fuego.

Más cuanto más desciendo me aseguro,
más te me acercas cuanto más distante,
más atesoro cuanto más entrego.

Luego de la Eucaristía y la bendición a los fieles, una guardia de honor integrada por efectivos de Bomberos Voluntarios y de la Policía de Establecimientos Navales lo acompañaron hasta el atrio de María Auxiliadora, desde donde partieron los presentes en procesión hasta el cementerio local en medio de un aplauso cerrado que continuó hasta bien entrado el cortejo.

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