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RELIGIÓN | NOTICIA FECHA: 11/03/2018
En una ceremonia presidida por monseñor Carlos Azpiroz

El padre Diego Kessler asumió al frente de la comunidad de San Pablo

CRÉDITO FOTO: Ma. Carmen Tata - Nora Aranda

Con la tradicional ceremonia de posesión, ayer por la mañana, el arzobispo de Bahía Blanca, monseñor Carlos Azpiroz Costa puso en funciones al nuevo cura párroco de la comunidad San Pablo, Diego Kessler quien sucede al presbítero Walter Paris, actualmente titular de la comunidad mayor de Coronel Dorrego.

En el transcurso de santo oficio, Azpiroz expresó el compromiso sacerdotal y el de los fieles en la construcción permanente de las comunidades, animadores constantantes de una iglesia que peregrina.

Con posterioridad a la misa, en dependencias del salon parroquial se realizo un agasajo de bienvenida a la que asistieron también otros sacertodes de la diócesis especialmente invitados. Por la tarde, la primera misa oficial del nuevo presbítero fue realizada en la capilla Estrella del Mar, de Villa del Mar en la que también recibió una bienvenida comunitaria.

28 años de sacerdocio

El padre Diego Kessler ha cumplido recientemente 28 años de servicio sacerdotal, de los cuales los últimos 10 estuvo a cargo de la comunidad mayor de Coronel Suárez. A pesar de su servicio diocesano, recuerda que " en el año ´94 tuve la experiencia de participar como Capellán en la Armada, donde estuve 13 años en una base aeronaval, donde me pidieron en una oportunidad acompañar el viaje de los futuros oficiales, hacer un viaje de 6 meses en la Fragata Libertad. Eso fue en el año 2003"

"Posteriormente, en el año 2005-2006, realizar la campaña antártica, con las bases, visitar y celebrar las misas en la Antártida, incluso hacer la misa de Nochebuena en el Pasaje de Drake, en el Buque Comandante Irizar. Una realidad muy interesante, las familias, todas las personas que trabajan allí lejos de ellos. Fue una experiencia participar. Y cuando vengo aquí, estando a 200 kms. de lo que es el mar y la Armada como tal, me destinan a la Guarnición del Ejército en Pigüé, con lo cual también allí en el año 2009 estuve a punto -no se hizo porque faltaron algunos puntos de coordinación- de participar en la Comisión de Paz a Haití, el año en el que ocurrió el terremoto. Me hubiese encantado ir. Distintos tipos de experiencias, muy ricas todas. Uno va haciendo la evaluación y va sacando como del arcón, del baúl, todo tipo de experiencias".

Consultado en torno a si los argentinos estamos siendo más o menos católicos, más cerca o más lejos de la religión, respondió el Padre Diego Kessler que "creo que el gran drama que tenemos es el drama educativo. Que abarca todos los aspectos de la vida.

"Yo creo que el gran problema que hoy día tenemos por ahí se lo achacamos a los niños, a los jóvenes, a los adolescentes. Pero tenemos una realidad que adolece de adultos. No tenemos adultos bien plantados, porque el desafío es tan grande, la realidad es tan diversa, que en algún punto se nos ha corrido lo que es la idea de lo que significa una educación distinta a la que hemos aprendido y de la que a la vez somos deudores. Se tiene que establecer un diálogo con una nueva cultura, para la cual a veces uno no está lo suficientemente preparado".

Reconoció el sacerdote que "siempre es más fácil echarle la culpa al otro. Frente a la nueva realidad es el adulto quien tiene que imponerse y tratar de entrar en diálogo con esta nueva realidad".

Agregó que "conversando con una socióloga me decía que muchas veces el tema que los chicos están tan metidos dentro de las redes sociales, donde conversan y se dicen muchas cosas a través de las redes, pero no son capaces de decírselo cara a cara. Han perdido la capacidad de hablar, de diálogo. Y frente a esa imposibilidad del diálogo, al estar tan achicado el tema del lenguaje, surge casi espontáneamente una violencia interior, porque uno quiere expresarse y no le sale. No tiene palabras como para poder decir lo que le pasa. Entonces, frente a esto, la violencia empieza a calar.

"Es muy difícil que un diálogo entre adolescentes no termine violentamente. No porque este la decisión de pegarse desde el vamos, sino que surge por esta nueva realidad en la que los chicos no tienen lenguaje, no saben expresarse, por lo que desde dentro se genera una violencia", expresó.

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